Al principio solo había oscuridad. No había colores, aromas, ni sabores. Todo era igual. Todo era aburrido.
De repente, algo empezó a brillar. Sus ojos, por primera vez, vieron luz. Sintió curiosidad, un sentimiento nuevo en un mundo sin sorpresas. Caminó hasta encontrarse con eso que tanto llamaba su atención. Lo agarró y sin saber porqué lo llevó a su boca.
Tenía gusto a chocolate, coco y café, algo distinto entre tanta monotonía. Miró a su alrededor y ya no era todo negro. Se dió cuenta de que había algo más. Quiso descubrir todos los misterios del mundo y se lanzó a la aventura.
Un rubí encandiló sus ojos y en su interior vió que varios caminos se bifurcaban. Eligió ir por una suave pradera dónde se dejó picar por el aguijón de una abeja. El dulce sabor de la miel recorrió su cuerpo y una cálida brisa inundó el aire con la hipnótica fragancia de las flores salvajes.
Tomó otro trago y recordó cada segundo de su pasado y se entusiasmó por todo lo que le faltaba vivir.
Se encontró en un bosque llenó de árboles con frutos que pedían ser probados. Tomó uno, lo mordió, cerró los ojos y se dejó caer en un río.
Los abrió al escuchar el ruido de los tambores y sentir el calor del fuego. En sus manos tenía ingredientes que empezó a mezclar hasta crear un nuevo brebaje místico, algo que hasta el momento no existía.
Lo probó y sintió que todos sus sentidos se elevavan. Supo que nunca más iba a haber oscuridad y se propuso iluminar a otras personas con su nueva sabiduría.
Ahora que renació se hace llamar BABA.